sábado, 5 de abril de 2008

El Octavo

"La calle estaba en total silencio. Un solitario foco era lo único que se alcanzaba a divisar. Por lo general, ésta calle era así. Solitaria. La gente solía evitarla. Se decía que, bajo los otros focos, aquellos sin luz, existían misteriosas manchas de sangre. Se decía que la gente que entraba ahí no volvía a salir. Pero esto último no era del todo correcto.
Existían ciertas personas que entraban y salían de esa zona sin ser vistos. Que jamás contaban lo que veían en ese lugar, las cosas que hacían.
En general, no era gente común. No socializaban, llevaban vidas distintas. No poseían nada en común, no a simple vista, al menos. En total, eran un grupo de seis. Una chica y seis chicos, de diferentes edades todos, pero ninguno aparentaba mas de 30 años. Todos con vidas marginales y difíciles. Ninguno tenía padres, no los habían conocido jamás. Provenían de un orfanato.
La poca gente que sabía de su existencia, solía decir que no eran felices. Yo les puedo asegurar que no lo eran, pero tampoco estaban tristes. No sentían nada, simplemente, se limitaban a existir.
Existía un séptimo ser, mucho mayor, que controlaba las vidas de los otros seis. Negociaba con las mayores compañías, los gobiernos, agencias secretas, en donde se contrataban los servicios de estos chicos.
Desapariciones y muertes sospechosas, que no dejaban ni el mas mínimo rastro. Ni los más capacitados de los centros investigadores pudieron hallar algo, jamás.
Ni siquiera los contratistas sabían sus métodos de trabajo. Al principio, se preocupaban de saber cómo obraran. Luego se dieron cuenta que no valía la pena, pues ellos no hablarían, y ellos no los descubrirían tampoco. Es mas, la mayoría no estaba seguro de a cuánta gente contrataba, pues nunca habían visto a nadie, ni siquiera al séptimo sujeto. La comunicación era muy bien cuidada por parte de éste. Los contratistas siempre desconfiaron, pero no se atrevieron a acercarse. Después de todo, aquel ser cumplía lo que le pedían.
Siempre quise averiguar mas sobre estos casos, resolverlos. En ese entonces, yo sólo era una joven ingenua y soñadora. Que aún creía en la felicidad eterna y cosas por el estilo.
A pesar de las advertencias de no inmiscuirme demasiado, de lo peligroso que era, de cómo la gente que lo había intentado había desaparecido también, seguí mis investigaciones.
Y como es evidente, cuando ya tenía información mas que suficiente y pude relacionar a estos chicos con los misterios (mucho mas de lo que cualquiera pudo descubrir), me fui a meter a aquel callejón. Sola, sin siquiera una linterna, y sin haberle avisado a nadie. No es que tuviera mucha gente a quien avisar tampoco.
Ahora algo mucho peor que la muerte se cierne sobre mi, y caerá en cualquier momento. Es por esa razón que no puedo contar que sucedió allí, solo puedo decir que ahora soy una mas de ellos.
Que, de la nada, pasé a ser una huérfana más, que ya no recuerdo del todo quién era. Y que ya no creo en la felicidad, ni siquiera momentánea, ni la mas mínima de las felicidades. Esas cosas, ese tipo de cosas, ya no existen.
Quizás sienta algo de temor, pero eso también se irá y puede ser que cuando eso suceda, les cuente el resto de la historia. Ni cordura me quedará en ese entonces, y no me importará en lo absoluto lo que me pueda pasar "

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