lunes, 26 de agosto de 2013

Hace mucho tiempo que no tenía tantas ganas de escribir, lástima que coincida con el poco tiempo que tengo. Pero de vez en cuando hay que sacárselo de adentro, o te sigue asfixiando hasta que ya no es solo necesidad creativa. Tanto modelo, tanto paper, tanto gráfico...es bueno escaparse aunque solo sea por unas cuantas palabras.


"Su mirada estaba borrosa de tanto llorar. Ya ni siquiera se molestaba en secarse los ojos, ni las mejillas. Había contenido ese llanto demasiado tiempo, y ya no podía más, debía dejar que las lágrimas pasaran por si solas. De todas maneras ya no le interesaba ver lo que había adelante suyo, ya sabía qué pasaría y claramente no estaba interesada. "Tiempo al tiempo", eso le habían dicho ya en más de una ocasión, y comenzaba a pensar que tenían razón. Sin embargo, eso la hacía sentir incómoda. Estaba acostumbrada a tener el control de la situación. "Tiempo al tiempo", es decir, no puedes hacer nada, solo ver el tiempo correr, y avanzar con él.

Rabia. Impotencia. Inseguridad. Ni siquiera sabía qué tenía que decir en una situación así, y para el caso que en verdad nada de lo que dijera importaría.


Se secó las lágrimas y miró a su alrededor, todos comenzaban a levantarse y caminar. Era hora, ella también tenía que ir. Sabía que todos la miraban de reojo, con esa desagradable mirada de compasión. La verdad, ya prácticamente nada le importaba, solo no fijar la vista en el féretro que tenía delante. Aquel féretro vacío, un mero símbolo, ni siquiera sería capaz de despedirse correctamente, si es que existía una manera correcta de hacerlo.


Impotencia. Ese sentimiento de impotencia no la abandonaba. No podía creer que las cosas terminaran así, tan fácil, de un día para otro. Miles de horas, miles de proyectos, miles de sueños, destruidos de un día para otro.


Afuera llovía torrencialmente, la gente caminaba debajo de sus paraguas. Así era más fácil esconderse entre la multitud. 

Ya no había nada que hacer, solo avanzar. Había decidido realizar ese viaje que siempre había querido hacer. Hace un par de años ya que pensaba que no tendría que hacerlo sola. Claro que eso ya quedaba descartado, pero la verdad es que no la desanimaba. Siempre lo estaba aplazando, por un montón de razones que ya ni recordaba, pero esta vez no. Esta vez sentía que lo necesitaba, y que nada era más importante.


Una vez que llegó a casa, se recostó. Estaba empapada, pero no sentía frío, ni tenía fuerzas para nada más. En donde posara la vista se le venían miles de recuerdos a la mente, algunos más dolorosos que otros. Pronto se quedó dormida. Cuando despertó afinó los últimos detalles de su viaje, terminó su maleta y guardó sus documentos, esperando el transfer que la llevaría al aeropuerto.

Poco a poco empezó a sentir su presencia a su lado, a donde caminara, sentía su compañía. Esto la hacía sentir intranquila, pero feliz, y decidió no darle mayor importancia. Seguramente era normal.

Con una sonrisa en los labios se subió al transfer, y este partió camino al aeropuerto. No pasó mucho tiempo antes de que estuviera subiéndose al avión. No sabía por qué, pero sentía que ese viaje le cambiaría la vida. 

Como se sentía un poco intranquila, decidió tomar un tranquilizante, con el que dormiría buena parte del viaje. Se recostó y no pasó mucho tiempo para que comenzara a soñar. Soñaba que volaba, pero no en el avión. No. Volaba por si sola, como si tuviese alas. Volaba en su compañía, de su mano, entre las nubes. Rebozaba de felicidad.

Soñó que poco a poco dejaban el avión atrás y se sumergían una y otra vez en las nubes, quedando empapados, riendo y gritando. De reojo pudo ver cómo el avión experimentaba una extraña turbulencia, y empezaba a volar de una forma inestable. Se asustó, y por un momento sintió que despertaba, que aun estaba en su asiento, y que este se movía. Sentía gritos desesperados. Pero solo por un momento. Lo siguiente que vio fue su sonrisa, lo siguiente que sintió fue su calor. Volvían a estar juntos, en las nubes, y jamás se separarían. Soñó que su sueño terminaba, que bajaba del avión y al fin se encontraba en ese lugar que tantas ilusiones le hacía. Ahora por fin podría conocer todo lo que quisiese, y no se encontraba sola, que era lo más importante. Cada vez que miraba hacia el lado, esa sonrisa estaba ahí, solo para ella, y ahora tenían el mundo delante de ellos, y sabía que nunca, jamás, volverían a separarse. 

Nunca había sido tan feliz.""


viernes, 9 de agosto de 2013

Otra forma de ver las cosas.

Hace mucho tiempo que he tenido las ganas pero no el tiempo o la inspiración... o ambas.
Para variar, hizo falta un buen día y una buena película.

Hace mucho tiempo que me encuentro en una etapa terminante de mi vida, y es, definitivamente, una de las etapas más difíciles que me ha tocado vivir.
No solo por temas de aptitudes académicas, no solo por estar en un ambiente distinto, sino por lo incierto y aplastante que la idea de un futuro puede llegar a ser, y el miedo que me da cometer un error que pueda modificar este futuro para mal.


Muchas veces me he visto inmersa en enormes dificultades, y más veces de las que quisiera, me he sentido incapaz para afrontarlas. 

Sin embargo, hay una cosa que me mantiene adelante, además de mi afán por lo difícil. Pocas veces me detengo a pensar en esto (y quizás debiese hacerlo más seguido), pero me ha tocado vivir en una familia y en una realidad muy lejana a la de la mayoría de las personas que viven en el mundo, en mi país, en mi ciudad. Muchas veces solo miramos para adelante, aspirando a avanzar, y nos olvidamos de mirar atrás, y prestar una ayuda a quienes no pueden avanzar por si solos, y es que este mundo avanza demasiado rápido y muchas veces no tenemos tiempo para detenernos y retroceder. He vivido en este pequeño y propio mundo y pocas veces he tenido la oportunidad de salir de él, pero cuando lo pienso, estas situaciones algo deben haber hecho en mi inconsciente, pues en esos momentos en los que no entiendo nada de lo que estudio, en los que miro hacia al lado buscando alternativas más fáciles, en las que me siento tonta, en esos momentos pienso: Estoy haciendo esto porque quiero, y lo que quiero es tratar hacer de este un país mejor. Sí, es muy posible que mi educación tenga un gran sesgo, y sí, puede ser que desde la teoría no siempre se pueda ver lo mejor, pero apartarse de este camino solo por un "puede que" es algo cobarde e inútil, y quiero ver este camino hasta donde más lejos pueda llegar.

Es muy probable también que mi granito de arena sea pequeño, pero siempre es mejor que esté a que no esté. Quiero un país que disminuya esa gran y fea desigualdad, en la que no solamente hay una brecha en cuanto a ingresos, sino en cuanto a cultura, a educación, acceso a salud...en cuanto a justicia y oportunidades.

Me niego a mirar desde fuera cómo todo esto ocurre, y no sé cuál es el mejor camino para lograr mis objetivos, pues se puede aportar desde muchos ámbitos, solo sé que no es posible que no nos detengamos de vez en cuándo, solo un poco, a mirar lo que como sociedad hemos creado, y no nos alarmemos ni un poco por los que están en una gran desventaja, corriendo una carrera en la que no pueden avanzar, y en donde los que si tienen la ventaja no tengan un poco de voluntad de ayudar.

Un recordatorio para el futuro que nunca está de más, para cuando me las vea negras... 

miércoles, 6 de marzo de 2013

Un sueño.

"Si hay una sensación que odio, es tener ganas de escribir y que la inspiración no te acompañe. Es casi tan desagradable como tener la historia perfecta, y nada para anotar (y una memoria como la mía)".


Por la vereda del frente estaban construyendo un nuevo edificio. Un edificio muy alto y moderno.
No sabía para qué era, pero seguramente sería para lindos departamentos que darían hogar a muchas familias. O a lo mejor, se trataban de oficinas para nuevas o viejas empresas.
Una grúa vigilaba la faena desde el cielo, mientras que los constructores se movían de un lado a otro, instalando fierros, pasando concreto, perfeccionando las métricas.

Elisa se maravilló al comprobar que su árbol favorito seguía ahí, y que por el momento, parecía sobrevivir a los escombros que se ubicaban en su cercanía.
Elisa continuó trabajando, en un edificio mucho menos moderno que el que estaban construyendo, pero en una buena oficina, ajena al ruido y el calor que había afuera. Mientras tipeaba cosas que ya no entendía en su computador, se sintió un poco mareada, por lo que decidió ponerse de pie y caminar un rato, tomar algo de agua helada.

Antes de volver a trabajar decidió tomar un poco de aire libre, y salió a la entrada de su edificio, donde una leve brisa aligeraba el calor de ese día. Sin saber por qué, decidió salir del terreno del edificio y se dirigió al parque que tenía al frente. Una vez allí, se sacó los zapatos. Amaba sentir el pasto bajo sus pies, caminar, acostarse en el suelo, mirar el cielo, las nubes y cómo estas juegan y se mueven y esconden detrás de la copa de los árboles, saliendo de su campo de visión. Elisa se quedó en esa posición, mirando el cielo. No se dio cuenta cuando se quedó dormida, el clima era tibio con una suave brisa que la arrullaba, y ella se sentía cansada.

Después de un rato Elisa comenzó a soñar. Soñaba que despertaba en un parque. Al principio pensó que simplemente había despertado, pero cuando se dirigió de nuevo hacia el edificio donde trabajaba, este no estaba ahí. No entendió lo que pasaba, pero se dio cuenta de que ninguno de los edificios que antes estaban ahí, existían, ni siquiera el que estaban construyendo. "A lo mejor estoy desorientada" pensó Elisa, pero desde ahí podía ver aquel árbol que le gustaba, en la misma posición que debía estar.
Elisa no entendía qué sucedía, intentó buscar a alguien para preguntarles algo, pero tampoco vio a nadie. Finalmente decidió que aun estaba soñando y decidió no darle importancia.
Se puso a caminar, descalza, por el parque, en dirección a su casa. Era un largo camino, pero ella no sentía calor, ni hambre, ni cansancio. Mientras caminaba sintió que alguien la seguía. Dio media vuelta, pero no vio a nadie, por lo que siguió caminando.

Al rato caminando se dio cuenta que no sabía dónde estaba. Nada era como ella recordaba. Todo era naturaleza, y ella se encontraba en un hermoso valle rodeado de una cordillera nevada. Se sentó a ver a su alrededor, maravillada por ese hermoso paisaje, pero se sintió abrumada, y sola. Ese repentino sentido de soledad le dolió, y eso la asustó, pues en un sueño no se supone que sientas dolor. "A lo mejor no es un sueño". Sintió que esa idea quedaba en el aire, flotando frente a ella, probando su temple y su capacidad de comprensión.

Sin saber por qué, Elisa se levantó, y empezó a correr en dirección contraria a la que había estado tomando, corrió por lo que le pareció una eternidad, hasta que todo se volvió un borrón. Cada vez iba más y más rápido, y de pronto la invadió la sensación de no poder detenerse nunca. No le importó, le agradaba esa idea, correr hasta siempre, huyendo de lo que no entendía y dejaba atrás. Elisa siguió corriendo hasta que de pronto, sintió que chocaba con algo. No se lastimó como debía, sobre todo por la velocidad a la que iba, pero de todas maneras el choque la hizo caer. Al mirar qué había causado el impacto vio a una persona. La miraba, sonriendo. Le tendió una mano para ayudarla a ponerse de pie. Acto seguido, esa persona se puso a correr. Elisa corrió detrás, tratando de alcanzar a aquel ser, preguntarle qué sucedía, qué recuerdos tenía. Necesitaba saber. Le urgía saber. Pero aquel extraño ser seguía corriendo, ignorando sus llamados.

De pronto aquel ser se detuvo en seco. Elisa también lo hizo, quedándose detrás de él, observándolo. Después de unos pocos segundos, Elisa vio como de su espalda surgían dos gigantescas alas. Boquiabierta observó como ese ser le dedicaba una rápida mirada por sobre el hombro, siempre sonriendo, y emprendía el vuelo. Ella lo siguió, gritando para que regresara, pero no parecía escucharla. Elisa siguió corriendo, pues era lo único que podía hacer, no quería quedarse sola para siempre en ese extraño mundo. Sin mirar dónde pisaba, corrió por horas y horas, con la vista siempre en el cielo, donde aún podía divisar a ese ser, que la aventajaba en velocidad, que se iba perdiendo en el horizonte.

Elisa sintió un vacío en el estómago cuando su pie no encontró lugar dónde apoyarse. Había estado corriendo sin mirar por dónde iba y ahora había dado un paso en falso hacía el vacío. Así Elisa vio cómo caía entre medio de los altos edificios, mientras los obreros de la construcción veían, con horror, cómo Elisa se estrellaba contra el suelo.

Elisa no alcanzó a pensar o sentir nada, solo se abandonó a lo que venía, y cerró los ojos. Después de un rato, sintió que nada sucedía, y eso le extrañó. Decidió que tenía que abrir los ojos, pero le daba miedo hacerlo. Lentamente, abrió uno primero, y entrevió unas nubes que jugaban a esconderse en la copa de los árboles que tenía a su alrededor. Abrió el otro ojo y vio que se encontraba acostada aun. Cuando se levantó pudo divisar su lugar de trabajo. Asombrada, Elisa pensó: "Después de todo, solo fue un sueño". Y se sintió aliviada, pero algo le molestaba. Cuando estaba llegando a la puerta de su edificio, algo llamó su atención. A la vuelta de la esquina reconoció a una persona. Estaba parado, solo, mirándola y sonriendo. Siempre sonriendo. Estiró una mano en dirección a ella, como invitándola. Ella le devolvió la sonrisa y se encaminó hacía él. Siempre sonriéndole, siempre descalza, sin mirar atrás, ni a su alrededor, donde una multitud comenzaba a juntarse, horrorizada, alrededor del cadáver de una joven que acaba de caer de un edificio en construcción.