A veces pienso que soy un poco cobarde al no dejar de lado mis propias comodidades o me repudio al pensar que quizás me aburro un poco al no encender la tele o a usar lo mínimo el pc por un pequeño intento de ahorrar energía y pienso "¿para qué? si sé que el resto no lo está haciendo", y luego me odio un poquito a mi misma, porque ese mismo tipo de pensamiento es el que nos lleva al caos que hoy reina en los sectores más afectados de nuestro país.
Al momento del terremoto pensé muy poco y me asusté mucho, tanto así que ni me imaginé consecuencias en el momento. Ni se me ocurrió pensar que el epicentro no había sido en Santiago, con lo fuerte que había sido en este sector. Tampoco que en esos momentos había gente quedando atrapada en lo que antes eran sus hogares, y que, si lograban sobrevivir, entonces quedarían en la calle, con una vida de esfuerzos desvanecidos. Realmente el tener mi hogar en pie y entero, con ninguna necesidad es mucho más de lo que cualquiera puede pedir en estos momentos.
1 de cada 8 chilenos decían por ahí, 1 de cada 8 fue afectado directamente por este terremoto. Las imágenes son impactantes, la incomunicación, desesperante.
Me siento egoísta por no querer botar mi proyecto, y es que falta tan poco para terminar con todo esto y nos hemos sacado la cresta trabajando para que funcione. Ojalá ya desde mañana podamos enfocar nuestra energía en la gente que lo necesita, en ordenar un poco la situación. Y si no se puede, en ayudar en lo mínimo. No acaparando, no malgastando y no dando falsas alarmas. Lo ideal es estar todos bien informados en tanto medio que existe hoy en día para mantenernos unidos como país.
Este sábado a la madrugada el mundo entero volcó sus miradas en los chilenos, que tantas veces pensamos en catástrofes ajenas como algo lejano para nuestro país. Incluso las catástrofes que no ocurrían tan lejos. Hoy nos vemos afectados por una de ellas, y lo que es peor, nos vemos enfrentados a la desesperación humana ante la incertidumbre y la desinformación. Hemos visto que existe gente desesperada, y gente directamente mala, como la que provocó los incendios en Concepción. A veces es difícil discernir qué tipo de gente es cada uno.
Se nos ha puesto en un tipo de situación que pone a prueba el capital humano de nuestro país. Ojalá salgamos adelante luego.
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